El próximo 21 de marzo,
Samuel y Aura cumplen cincuenta años de vida matrimonial. Está ya lejano ese día de
1949 en el que, en el templo parroquial de Itagüí, se prometieron ante Dios y ante la
Iglesia amarse y ayudarse para siempre. Desde el cielo Pepa, Arturo, Genoveva y muchos de
los que entonces presenciaron ese juramento pueden dar fe de la manera ejemplar en que han
vivido su unión en el sacramento del matrimonio. Acá en la tierra, los hijos, yernos y
nueras, nietas, hermanos y demás allegados vemos en ellos un modelo que imitar y un faro
que nos guía en las duras bregas de la cotidianidad.
Para la Fundación ésta
es una fecha alegre por lo mucho que ellos significan en la familia. Aura tuvo el
privilegio de ser confidente y amiga de su suegra, la abuelita Genoveva. En su casa
encontramos siempre sus cuñados y sobrinos un segundo hogar, con cariño y acogida
incomparables. Samuel, por su parte, ha sabido llevar con dignidad y caballerosidad sin
pares el título de primogénito, del que tanto se enorgullece
y que a nosotros nos
hace sentir igualmente honrados al oírselo proclamar.
Sus hijos, los que Dios
les dio y los que por el matrimonio de estos han llegado a acrecentar el calor de hogar,
así como sus nietas tienen en ellos un dechado de valores y virtudes que emular, y deben
estar más que orgullosos de tener unos padres de tales calidades.
Al felicitar a la familia
Villegas Villegas en esta fecha nos unimos a las oraciones que tantos que los aprecian
elevan al Señor en acción de gracias por unas vidas tan íntegras dedicadas al
cumplimiento diario del deber familiar, a servir al prójimo, a honrar a Dios y a
colaborar con su Iglesia.
Que Dios les dé muchos
años más de salud, de vida plena de unión para bien de sus hijos y de sus familiares y
amigos que tanto los queremos y admiramos.