Boletín 71

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FUNDACIÓN
HERMANOS VILLEGAS BOTERO

 

EDITORIAL

 

Los sesenta de Teresita, vínculo de unión de la familia

 

El domingo 4 de febrero de 1945 el hogar de Arturo y Genoveva se alegraba con el nacimiento de una niña, a quien llamaron Teresita, nombre dado a otra nacida en Montebello doce años antes y que había fallecido sin cumplir el primer año de vida. Cuando nuestra Teresita nació, ya la familia estaba establecida en Itagüí, en la amplia casa cercana a la plaza principal, la que fuera la residencia de todos por tantos años.

 

Fueron sus padrinos Alberto y Myriam; esta había sido hasta entonces la única hermana entre nueve hermanos. En los años siguientes nacerían Marta Cecilia y Olga Lucía, para completar el trío de “las niñas”, y unos años después Carlos Hernán, para cerrar el grupo de catorce hijos.

 

La infancia, como la de todos los de la familia nacidos en Itagüí, transcurrió en la dulce rutina de la casa, la iglesia y el colegio de la Presentación. Don Arturo y doña Genoveva, así como sus hijos, gozaban de una posición muy respetada en la población y, si bien no eran adinerados, en el hogar no faltó nunca lo necesario. 

 

Pero cuando Teresita apenas concluía sus estudios primarios llegarían las dificultades. En efecto, en junio de 1959 fue vendida la casa de Itagüí y unos días después el papá empezó a recibir su pensión de jubilación, un ingreso notablemente inferior al que recibiera hasta entonces. La familia, ya bastante reducida, pues algunos habían contraído matrimonio y otros estaban ausentes por razones de estudio o de trabajo, se tuvo que adaptar a un nuevo ambiente, en Belén. Fueron las épocas del Taller Villegas y del cambio de colegio para los menores de la casa. 

Al año siguiente se produjeron cambios radicales en la vida de la familia, y de modo especial en la de Teresita. En una carta, fechada el 13 de julio de 1960, la mamá le decía a Luis Javier con su estilo tan coloquial: “No sé si le había contado que saqué a Teresita del colegio, pues estaba colgada en 4 materias y yo sin poder conseguir servicio, y un día la amenacé que si perdía materias en los semestrales la sacaba y lo que hizo fue que se engüetó, que la sacaran antes, y en convenio con todos resolvimos que era lo mejor y está contentísima y yo también pues siempre es mucha la ayuda.” Fue una decisión providencial, pues 12 días después de fechada esa carta falleció la mamá. 

Entonces Teresita debió asumir, con sus escasos quince años y el breve entrenamiento al lado de la mamá, la responsabilidad del manejo de la casa, atendiendo con dedicación sin igual al papá, y haciendo de guía y apoyo para sus dos hermanas y el hermanito, entonces apenas un niño de siete años. Supo desempeñar con solvencia esas difíciles tareas, sacrificando su desarrollo personal y aun la opción de un hogar propio, para no dejar solo al papá. Así pasó once años, la flor de la juventud, dedicada a ser ama de la casa paterna.

Luego, cuando en enero de 1971 el papá contrajo matrimonio con Ana González, Teresita debió empezar de nuevo, desde cero, a organizar su vida. Buscó trabajo y puso al servicio de los empleos que tuvo que desempeñar todas sus capacidades y la habilidad para el trato con los demás. Así fue labrándose una vida propia, por muchos años al lado de Olga y su esposo Carlos, ayudando a la vez a sostener el hogar y a formar a sus hijas, María Luisa y Catalina, a las que ha tratado casi como a unas hijas. Luego consiguió su apartamento, vecino al de Olga y Carlos, pequeño de tamaño pero amplio y acogedor por el cariño con que recibe allí a sus hermanos y sobrinos.

Mención especial se debe hacer de su relación con su hermana mayor y madrina, Myriam. No obstante la diferencia de edades, fue para ella una permanente confidente, y para sus hijos ha sido, desde que ella falleciera el 8 de noviembre de 1992, una guía y compañera, el lazo más firme de unión con nuestra familia. La prueba más evidente es la presencia de los hermanos Restrepo Villegas, venidos de Bogotá y aun de Madrid, para acompañarla en esta fecha memorable para la familia.

Cuando aparentemente todo le sonreía en la vida, ya próxima a empezar a disfrutar la pensión de jubilación, fue atropellada, en un desgraciado accidente, por un motociclista irresponsable. A punto estuvo de perder la vida, pero con entereza y constancia logró reponerse y paulatinamente, después de varias intervenciones quirúrgicas, ha ido recuperando su movilidad, pero nunca como antes. Sin embargo, no se ha amilanado. Ahora, ya pensionada, un día a la semana va a colaborarle a Diego en el depósito de maderas, y otro día a la fundación Antorchas de vida, donde ella y Olga prestan sus servicios a unos niños que todo lo necesitan. El tiempo restante lo dedica a sus hermanos y amistades que tanto la apreciamos. 

Hoy es día de fiesta para la familia y los amigos que nos acompañan, pues festejamos a una persona que ha hecho del servicio y entrega desinteresada y amorosa a los demás el sentido de su existencia, sin ser nunca gravosa y siempre atenta a prestar su colaboración. Que cumplas muchos años más, con salud y alegría, te deseamos hoy todos.

A Teresita, comunicadora de la Familia, en sus sesenta

Desde hace algunos años la Fundación Hermanos Villegas Botero viene entregando a los socios homenajeados una recopilación de sus boletines, que a la fecha alcanzan el no despreciable número de 71. Hoy te entregamos este compendio, tan apreciado por todos los de la familia, con la seguridad de que lo disfrutarás y repasarás a menudo con placer.

El boletín es una obra colectiva, como deben serlo todas las realizaciones de la Fundación,  empresa familiar, sin ánimo de lucro pero con grandes rendimientos de integración y unión. Está ya lejano el primero de abril de 1989, cuando, siendo presidente Rodrigo y con editorial de Fabio, salió el primer número. Al hojear el libro podemos apreciar las vicisitudes del taller de impresión, las variaciones casi infinitas en el tipo de letra, en la diagramación, en la presentación, en el tamaño y el contenido, y así sucesivamente. Pero hay varias constantes: el nombre, el objeto, y las notas familiares, que son el núcleo de la publicación. Y allí es donde tú, Teresita, sin necesidad de asistir a ninguna escuela de periodismo, has desempeñado un papel fundamental, como comunicadora acuciosa que anda todos los días recopilando las novedades, los triunfos y alegrías, los dolores y trabajos de esta extensa familia. 

Vale la pena traer a cuento cómo ha funcionado esta empresa encargada de la elaboración de nuestro boletín FRATERNIDAD. En la redacción han estado por lo regular Fabio y Luis Javier; en la edición durante mucho tiempo Samuel o María Luisa, y desde hace ya unos ocho años, con gran despliegue técnico, Andrés; en la digitación Olga; en la dirección la junta directiva respectiva; en la impresión Beatriz Cecilia e Isabel Cristina; en la logística Teresita de Bedout; en la coordinación y distribución Gustavo, y en la recolección de la información nuestra comunicadora, Teresita. A ellos debemos sumar los colaboradores ocasionales, que esperamos se multipliquen y sigan prestando su concurso con mayor frecuencia. Todos, actores o lectores, cada cual a su  manera, hemos hecho de esta empresa una realidad. Con todo, y no por ser tú hoy la homenajeada, sin el ingrediente fundamental, el material noticioso, este periódico hubiera desaparecido. O sea, Teresita, que tienes que continuar en esta tarea para la cual te expedimos hoy el título por acumulación de méritos, y te declaramos COMUNICADORA de la familia honoris causa. 

Recibe de la Fundación unas calurosas felicitaciones en esta fecha inolvidable, con los deseos de que el Señor te conserve muchos años para regocijo de todos y como vínculo de integración familiar. 

Unas novenas de navidad de ensueño

De nuevo en diciembre del año pasado realizamos, como ya es costumbre arraigada, las novenas en las diferentes casas. Si todos los años hemos dicho que fueron muy concurridas, este último se batieron los registros anteriores. Es supremamente placentero ver a tantos miembros de la familia, la generación de los hermanos Villegas Botero, y sus hijos con sus cónyuges e hijos, reunidos con fervor alrededor del pesebre, compartiendo con deleite las viandas que en cada familia se ofrecen, cantando los gozos y villancicos, departiendo en familia. Este año vimos cómo aumentaron los que se disputaban la lectura, niños que apenas inician sus estudios, deseosos de mostrar sus progresos y apropiarse de la novena como un evento que les pertenece. Agradecemos a las familias que sirvieron de anfitrionas en las novenas su generosa acogida, y esperamos que esta bella tradición no solo permanezca sino que cada año nos convoque en mayor cantidad y con igual sentido de participación y unión familiar.

En una de las novenas Hernán Darío solicitaba a las personas que han registrado en sus cámaras las diferentes reuniones enviarlas por correo electrónico para ampliar nuestro archivo y fomentar la memoria colectiva. No echemos en saco roto esta petición.

La visita de Marta Myriam y Margarita María

Para acompañar a Teresita en su  cumpleaños están entre nosotros Marta Myriam y Margarita María quienes vinieron desde Madrid, donde están radicadas desde hace varios años. Nos alegra mucho tenerlas acá, disfrutando de estas reuniones familiares y reforzando los vínculos de unión con la familia. Quienes hemos podido ir a Europa hemos encontrado en sus familias una acogida excepcional, prueba de lo mucho que quieren a toda esta familia y lo mucho que disfrutan al saber de cada uno de nosotros. Les deseamos que disfruten mucho esta estadía, por desgracia muy corta, y que puedan volver, y ojalá acompañadas de sus esposos e hijos, muy pronto.

NOTAS FAMILIARES

El 5 de enero nació en Miami Sofía, la hija de Jaime Mauricio y Elvia Elena. Fueron a acompañarlos en esos felices días Jaime, Mariela y Claudia Elena. Felicitamos a los papás, abuelos, tíos y a Daniel le decimos que cuide mucho a su hermanita y que le enseñe a hablar bien el español.

Daniel Restrepo Mesa y Ana María Villegas Uribe fueron intervenidos quirúrgicamente, y ya se encuentran restablecidos, lo que nos alegra mucho.

En los primeros días de diciembre se realizó el juego de bolos en Monterrey con nutrida asistencia y sin ningún lesionado, lo que no es poco decir a la edad de algunos de los participantes.  

En el nuevo apartamento de Hernán Darío y Diana realizamos una jugarreta con muy buena asistencia, abundancia de natilla y buñuelos y buenos rendimientos económicos para las obras sociales de la Fundación.

Con motivo de los sesenta años de Teresita tendremos una comida, con los consabidos discursos, en la casa de Luis Javier y Teresita, el 29 de enero a las 7:30  p.m.. Esperamos una nutrida concurrencia para festejar a la hermana y tía.

 

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Última actualización: Julio 15 de 2.005